martes, 8 de marzo de 2011

Amor líquido (seguimos a vueltas con Bauman ...)

AMOR LÍQUIDO
Aquí tenéis un video muy interesante, y cortito (3:30 min) para reflexionar sobre el concepto de liquidez. Las dudas que os surgan os las podrá resolver Enrique, autor de esta propuesta.

Más sobre Bauman (22 de febrero)

Reseña: por José Ignacio

LOS RETOS DE LA EDUCACIÓN EN LA MODERNIDAD LÍQUIDA

Zygmunt Bauman

Reunión del 22 de febrero de 2011.

“El ser no es” - Enrique dixit. Es de suponer que de esos barros nos vienen estos lodos. Parece ser que no queda nada permanente- a lo mejor ni siquiera esta misma afirmación. Eso que decía Heráclito de que “uno no puede bañarse dos veces en el mismo río” queda demostrado definitivamente. No sólo no es posible, sino que sería una pérdida de tiempo intentarlo. Bauman describe con precisión las características líquidas de la sociedad postmoderna, un tipo de sociedad que Bauman dibuja pero no defiende y que plantea un reto inaudito para la escuela del siglo XXI. La falta de solidez hace que el “compromiso” o la “lealtad” ya no se estilen. La solidez de cualquier cosa se percibe como una amenaza y la capacidad de durar mucho tiempo ya no juega a favor de ningún producto (ni siquiera del conocimiento).

La relevancia de lo enseñado a los alumnos y alumnas queda en entredicho y, más aún, resulta prácticamente imposible saber qué es lo que será útil saber en un futuro (incluso por cercano que éste sea). La educación tal como la entendemos hasta ahora queda desacreditada a los ojos de los más jóvenes y para los educadores supone un excesivo desgaste. La educación “sólida” es sustituida por la educación a lo largo de la vida. Hay tareas (escribir, leer, documentarse, ¿pensar?, …) que se han vuelto desagradables puesto que consumen tiempo.

El tiempo, antiguo valor, es ahora un fastidio: su paso trae consigo pérdidas, no ganancias y por eso hay que estirarlo hasta hacerlo parecer eterno.

Bauman cree que la educación se enfrenta a tres retos fundamentales:

1- Primer reto: El conocimiento se ha convertido en una mercancía, y como tal, se desgasta rápidamente. ¿Por qué iba a ser el conocimiento una excepción? La idea de la educación como valor a conservar y proteger está totalmente devaluada. (pág. 30)

2- Segundo reto: La naturaleza errática e imprevisible del cambio contemporáneo. “El mundo, tal como se vive hoy, parece más un artefacto proyectado para olvidar que para aprender (…) El aprendizaje está condenado a ser una búsqueda interminable de objetos siempre esquivos.” (p.33) En estas circunstancias, ¿cómo podemos prever lo que necesitarán saber nuestros jóvenes en el futuro?

3- Tercer reto: La memoria era un valor. Hoy parece inútil. La educación se modeló a la medida de un mundo duradero que aspiraba a hacerse aún más duradero. Actualmente resulta imposible conservar en la memoria la ingente información disponible y de hecho, la información misma ha llegado a ser el principal sitio de lo desconocido: “todo está aquí, accesible y al alcance de la mano y, sin embargo, insolente y enloquecedoramente distante” (p.44).

Junto a estos retos, Bauman critica en su libro Vida Líquida el enfoque que los organismos internacionales dan a la finalidad de la educación: ajustar los sistemas educativos a las exigencias de la economía, no al desarrollo humano.

Bauman concluye Los retos de la educación en la modernidad líquida indicando dos caminos para preservar el valor de la educación:

- aprender a asignar relevancia a las porciones de conocimiento necesarias en cada momento;

- y preparar a los jóvenes para vivir en un mundo sobresaturado de información.

Cómo hacerlo es el debate que nos debería ocupar a los profesionales de la enseñanza a partir de ahora. (José Ignacio)

Reunión Bauman (22 de febrero)

(por José Luis)
Modernidad ¿líquida?

Uno de los aspectos más fascinantes de la cultura occidental es la capacidad que tienen nuestros intelectuales para, a partir de unas frases sugestivas, crear una doctrina filosófica que pretende interpretar la realidad. Se alcanzan con gran facilidad tales niveles de abstracción que la realidad misma deja de ser reconocible y nada tiene que ver con lo allí se dice. Pasamos de creer que todo debe entenderse como una estructura para pasar a deconstruirla, para después intentar aprenderla mediante el constructivismo cognitivo. No estoy muy seguro de que haya algo detrás de esta jerga de sabihondos.

No sé si todo empezó hace más de cien años, cuando un gran filósofo alemán que, por cierto, se murió loco, anunció la muerte de Dios. Dios ha muerto. Qué buena frase. Sugiere la soledad cósmica para el ser humano y una vida de incertezas éticas. Lo cierto sin embargo es que, a estas alturas, Dios parece estar vivito y coleando para miles de millones de personas: los musulmanes exaltados que sueñan con volar los rascacielos, los judíos que practican tiro al blanco sobre los niños palestinos, o los cristianos de América que predican poner la otra mejilla con un arsenal en el armario son sólo la parte exaltada de una humanidad que aún se refugia en innumerables sectas, religiones, cultos esotéricos y supersticiones varias. Otro gran filósofo se hizo famoso por defender el liberalismo hablando de la sociedad abierta, cuando en las sociedades liberales las leyes de inmigración son cada vez más restrictivas y se alzan muros en Ceuta y en Arizona para cerrar el paso a los más desfavorecidos. Es sólo una de las bellas ironías de la historia que este filósofo fuera de origen judío, y que el muro más vergonzoso de la tierra se levante para blindar el terreno que Israel ha robado y sigue robando a los palestinos.

Mientras tanto, la nueva izquierda se dedica a hacer lo mismo que la vieja derecha y en estos tiempos de perplejidad se ha anunciado a bombo y platillo el fin de la historia, aunque se caigan las Torres Gemelas y se produzcan revoluciones en los países árabes.

Una modernidad ¿líquida? Bueno, hay que reconocer que como metáfora no está mal para describir un mundo en cambio permanente. El mundo se halla en un estado de movimiento vertiginoso y nada que provenga de la experiencia puede garantizar el éxito en un entorno competitivo y hostil. Para vivir de acuerdo con el espíritu de la época sólo queda la capacidad de adaptarse de manera similar a como un líquido adopta la forma de su recipiente, la disposición a abandonar todos los valores, enseñanzas y actitudes aprendidos en el estado premoderno sólido. Puede ser un tema muy interesante para un par de tertulias de café. Sin embargo:

  1. - No se le puede decir a los cinco millones de parados que hay en España que son poco flexibles ante las exigencias multiformes del mercado.
  2. - No se le puede decir a los niños que trabajan catorce horas al día haciendo deportivos para los adolescentes occidentales que vivimos en una época post-industrial, una sociedad no de producción, sino de consumo.
  3. - No se le puede decir a un médico europeo vacunando a un niño en Ruanda que vivimos en un mundo de perplejidad sin valores definidos.
  4. - No se le puede decir a un preso de conciencia que su lucha por la dignidad es algo caduco y que no se da cuenta, pero vive en el pasado.

Y podría seguir enumerando situaciones reales de personas reales para las que los razonamientos que sustentan la modernidad líquida son absolutamente irrelevantes. Y si lo son para ellos, también lo son para mí. En realidad, para mí son los desatinos de una sociedad burguesa en decadencia.

Las teorías posmodernas son como la cocina posmoderna: un pegote multicolor en una esquina de un plato cuadrado. Pero comer..., ah, eso es otra cosa. La comida verdadera se sirve en plato redondo. Y lleno.