Despedimos la temporada (¡feliz verano a todos!) con el comentario de la película
“Al frente de la clase” (2008), basada en la vida real de Brad Cohen, persona que
padece el síndrome de Tourette, a pesar de
lo cual y nos sin grandes dosis de confianza en sí mismo, consigue un puesto de
profesor de primaria. El síndrome de Tourette se caracteriza por los ruidos y
tics que produce la persona de forma incontrolable e involuntaria, algo a
priori problemático en un maestro.
La película la dirige Peter Werner, oscarizado
director norteamericano que realiza un trabajo muy correcto. Evita caer en la
sensiblería y el guiño fácil al espectador, mantiene un ritmo que no decae y
nos lleva hasta el final de la historia con la sensación de haber aprendido
algo, de haber pasado un buen rato además de habernos hecho reflexionar sobre
cómo afrontamos “lo diferente” en los centros educativos, por un lado, y el
valor de la constancia y la confianza en uno mismo, por otro.
La vida de Brad en la escuela es una sucesión de episodios
duros y desagradables. Blanco de burlas e incomprensión constantes, el punto de
inflexión se produce cuando el director de una de las escuelas tiene la lucidez
de verle no como un problema sino como un niño que lo único que necesita es que
se le trate como a uno más y se entienda que sus acciones son fruto de una
enfermedad, no de un problema de indisciplina.
Ya siendo adulto, el verdadero Brad Cohen persigue
sin descanso su sueño de llegar a ser profesor, o más específicamente y como
reza el título del libro en el que se basa la película, “el profesor que él nunca
tuvo”.En un momento de la película su madrastra le anima
diciéndole que tiene un “don para la enseñanza, no a pesar del Tourette, sino
gracias a él”. Tras 24 entrevistas fallidas, consigue por fin su puesto de
profesor de primaria.
¿Nos han preparado a los maestros y profesores para
afrontar las diferencias infinitas, tantas como alumnos y alumnas, en nuestras
aulas? ¿Cuántos casos se nos escapan y confundimos problemas de comportamiento con conflictos
sin solucionar, con problemas que necesitan más comprensión y menos disciplina?
¿Y esa habilidad se puede adquirir en un máster al acabar la carrera o realmente
son necesarios años de práctica y voluntad de formación permanente?
“Al
frente de la clase” online: http://www.youtube.com/watch?v=1-F8k4dsSnE
José Ignacio del Barco
Gutiérrez-Zorrilla
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