sábado, 8 de noviembre de 2014

6 de noviembre de 2014: La Educación Prohibida


¿Os imagináis ser socio del Madrid y tener que ver un documental que alaba las bondades del Barça y de su escuela de la Masía? Si trabajas en la escuela pública y ves este documental, quizás sufras la misma sensación: estás trabajando en un sistema que poco o nada tiene que ver con el que muestran las imágenes. Y por otra parte, coincides en muchas de las cosas- probablemente no en todas- que plantean. Así que acabas con una sensación incómoda, inquietante. Eso sí: te cuestionas a continuación por qué el sistema es como es y si debería seguir siendo así, o si hay alguna posibilidad de cambio.
El sistema “convencional”, heredado de otra época, orientado a la educación de masas, que incide muy poco en el aspecto emocional, que apenas utiliza la palabra “amor”, que busca homogeneizar a  los individuos, que masifica sus aulas, que se basa en las calificaciones y certificaciones, que cada vez acoge a más alumnos supuestamente hiperactivos,  que penaliza el error, y que además reduce sus presupuestos.
Enfrente,  otra escuela posible. Una escuela- privada- que accede al conocimiento transitando caminos diferentes, dedicando un tiempo importante a la coordinación de sus maestros, a las asambleas de clase, a la interdisciplinariedad, a una visión holística del proceso de enseñanza y aprendizaje, que no “califica” a sus alumnos, que aprende de los procesos más que de los resultados, que ve el error como una oportunidad de aprendizaje. Una escuela integradora, que cultiva el arte y la creatividad, con estructuras de poder “funcionales”, que concede un papel fundamental a la familia- sin cuyo respaldo no podría funcionar-, y que gestiona las emociones sin suprimirlas. 
Para sus autores, el sistema “convencional” se convierte en un rodillo que apisona no sólo a los alumnos, sino también a los profesores. Por eso la clave para un posible cambio reside en las personas, en establecer nuevos roles y nuevas formas de comunicación, en ser capaces de transformarnos para cambiar. Y precisamente eso, la capacidad de cambio,  ¿no es la esencia de aprender?

José Ignacio
Nuestra próxima reunión: el pequeño libro "Carta a un joven profesor", de Philippe Meirieu

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