¿Os imagináis ser socio del Madrid y tener que ver un
documental que alaba las bondades del Barça y de su escuela de la Masía? Si
trabajas en la escuela pública y ves este documental, quizás sufras la misma
sensación: estás trabajando en un sistema que poco o nada tiene que ver con el
que muestran las imágenes. Y por otra parte, coincides en muchas de las cosas-
probablemente no en todas- que plantean. Así que acabas con una sensación
incómoda, inquietante. Eso sí: te cuestionas a continuación por qué el sistema
es como es y si debería seguir siendo así, o si hay alguna posibilidad de
cambio.
El sistema “convencional”, heredado de otra época, orientado
a la educación de masas, que incide muy poco en el aspecto emocional, que
apenas utiliza la palabra “amor”, que busca homogeneizar a los individuos, que masifica sus aulas, que
se basa en las calificaciones y certificaciones, que cada vez acoge a más
alumnos supuestamente hiperactivos, que penaliza el error, y
que además reduce sus presupuestos.
Enfrente, otra escuela posible. Una escuela- privada- que accede al conocimiento transitando caminos diferentes, dedicando un tiempo importante a la coordinación de sus maestros, a las asambleas de clase, a la interdisciplinariedad, a una visión holística del proceso de enseñanza y aprendizaje, que no “califica” a sus alumnos, que aprende de los procesos más que de los resultados, que ve el error como una oportunidad de aprendizaje. Una escuela integradora, que cultiva el arte y la creatividad, con estructuras de poder “funcionales”, que concede un papel fundamental a la familia- sin cuyo respaldo no podría funcionar-, y que gestiona las emociones sin suprimirlas.
Enfrente, otra escuela posible. Una escuela- privada- que accede al conocimiento transitando caminos diferentes, dedicando un tiempo importante a la coordinación de sus maestros, a las asambleas de clase, a la interdisciplinariedad, a una visión holística del proceso de enseñanza y aprendizaje, que no “califica” a sus alumnos, que aprende de los procesos más que de los resultados, que ve el error como una oportunidad de aprendizaje. Una escuela integradora, que cultiva el arte y la creatividad, con estructuras de poder “funcionales”, que concede un papel fundamental a la familia- sin cuyo respaldo no podría funcionar-, y que gestiona las emociones sin suprimirlas.
Para sus autores, el sistema “convencional”
se convierte en un rodillo que apisona no sólo a los alumnos, sino también a
los profesores. Por eso la clave para un posible cambio reside en las
personas, en establecer nuevos roles y nuevas formas de comunicación, en ser
capaces de transformarnos para cambiar. Y precisamente eso, la capacidad de
cambio, ¿no es la esencia de aprender?
José Ignacio
Nuestra próxima reunión: el pequeño libro "Carta a un joven profesor", de Philippe Meirieu
Nuestra próxima reunión: el pequeño libro "Carta a un joven profesor", de Philippe Meirieu
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